Opinión

Opinión: Socialismo de balcón

Andrés Charria cuestiona los actos populistas del gobierno Petro en las últimas semanas.

Gustavo Petro marchas 1 de mayo
Gustavo Petro Foto: Presidencia Gustavo Petro - descargada 1 de mayo 2025.

A nuestro nunca bien ponderado presidente, el mesías que va a salvar no a Colombia sino a todo el mundo de los mayores cataclismos, solo a él se le ocurre gobernar de cara a los medios.

PUBLICIDAD

Cualquier decisión que le es contrariada será defendida directamente desde un balcón, un programa en directo o tuits exóticos, con mala ortografía, problemas de redacción e incomprensibles, casi siempre en la oscura madrugada de algún sitio desconocido.

Por otra parte, el gusto del presidente por desobedecer a quien le pone límites siempre está precedido por “al pueblo”. Están censurando “al pueblo”, no dejan que “el pueblo” mejore y lo que “el pueblo” eligió fue…

Las manifestaciones espontáneas de los ciudadanos cuando algo ocurre cada vez son menos frecuentes y tumultuosas. Lo que el señor Petro quisiera es que luego de algún revés en su mandato la gente saliera a quemar las calles como ocurrió, por última vez, en 1948 luego del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. De ahí en adelante nada, las únicas excepciones fueron los movimientos contra Iván Duque que cada vez está más claro que fueron patrocinados por personas que pagaron a la primera línea. Nada de espontáneo.

Las marchas y manifestaciones son miradas con lentes diferentes de acuerdo con quién las organice y quién las apoye. Si son en contra de sus ideas, dirá que son minúsculas y de traquetos, paramilitares o peor, de nazis. Si, por el contrario, se trata de apoyar sus ideas, dirá que es la manifestación más pura del pueblo que está de acuerdo con todo lo que nuestro narcisista redentor pretende. La democracia, maestro.

Manifestaciones que hace cuatro años eran el fervor del pueblo, como las de los maestros, ahora son ignoradas cuando los mismos maestros se quejan luego de que se impuso un nuevo plan de salud que desmejoró de manera importante lo que durante mucho tiempo tenían.

Cada vez tiene menos apoyo popular, que intenta recuperar con propuestas increíbles por lo irrealizables, como que las barras bravas sean dueñas de los equipos de fútbol o que los teguas indígenas sean parte del sistema de salud.

Llama mucho la atención cuando se entrevista a las personas que de manera espontánea, eso dice el presidente, acuden a determinada manifestación y responden que no tienen idea de a qué van, pero que tienen que ir porque hay que apoyar a “mi presidente”.

Se trata de hacer volumen. Cada vez es más usual ver en redes sociales una especie de marcador de manifestaciones: hay mucha gente, no apareció nadie, el pueblo acudió. La oligarquía que nada tiene que hacer marcha. Casi como un partido de fútbol.

Es fácil movilizar algunos colectivos que tienen intereses económicos importantes en las decisiones del presidente. La Universidad Nacional fue invadida por indígenas que marcharon el 1 de mayo para apoyar al presidente y la consulta popular. Niños, mujeres y mucho indígena despistado fueron a la Universidad Nacional para hacer parte de “el pueblo”. Ya no le creen ni los artistas que hace algún tiempo lo apoyaban fervorosamente. Residente decidió cancelar un fastuoso concierto en la Plaza de Bolívar y, como no, el presidente dijo: “Muy lamentable quitarle a la juventud su libertad y su alegría”. ¡Poético!

Cada vez es más difícil aglutinar incautos que apoyen las absurdas consignas del presidente, por lo que ahora acude a los símbolos acuñados en otros lados. La espada de Bolívar como un lema de lucha fue esgrimida el pasado 1 de mayo con los indígenas que nada sabían por lo que marchaban. Espada que fue institucionalizada por un gobierno que en poco más de veinte años logró destruir el país más próspero de América Latina. Ignora, además, que si alguien fue oligarca fue Simón Bolívar, un terrateniente, aristócrata, criollo y acaudalado. Lo que diría nuestro presidente de pandereta: un rico que no quiere que “el pueblo” mejore.

La última idea fue hacer los consejos de ministros en vivo y en directo. Más parecido al salón de clase del Chavo y el profesor Girafales que a un lugar donde se decide el destino del país. El ministro de educación como Godínez, dormido y con cara de despistado; el señor Bolívar como el más lambón de la clase; y la canciller como la más antipática. El Consejo de Estado y la ley lo prohíben, pero ¿quiénes son esos para prohibirle “al pueblo” conocer lo que hace su presidente y lo que piensan —o mejor, lo que no piensan— sus ministros?

Queda poco tiempo para que este socialismo de balcón se acabe. Ojalá intente gobernar más que declamar y que en el año y poco que le queda haga algo productivo por el país.

Tags

Lo Último