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Xavier Bonet y el poder de ilustrar la magia: “Harry Potter me permitió volver a ese niño que fui”

Harry Potter es uno de los universos literarios favoritos de muchos y las ilustraciones hacen parte de este mundo mágico.

Ilustrador de Harry Potter
Ilustrador de Harry Potter Cortesía

Xavier Bonet es el primer ilustrador español en reinterpretar visualmente el universo de Harry Potter para la edición especial en castellano publicada por Salamandra. Su estilo dinámico, expresivo y lleno de detalles ha dado nueva vida a una saga que marcó a generaciones. Pero más allá de la técnica, Bonet ha logrado algo profundamente emocional: traducir al lenguaje visual la esencia mágica, tierna y oscura de la historia del “niño que vivió”.

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“Reinterpretar algo tan visualmente arraigado fue un reto. Tuve que abstraerme del cine y conectar con el niño que fui al leer por primera vez la historia”, afirmó el artista en conversación con Publimetro Colombia.

Enfrentar una creación literaria que ha sido moldeada durante más de dos décadas por las películas no fue tarea fácil. Para lograrlo, Bonet optó por un ejercicio de introspección: “Intenté borrar todo lo que ya se había visto y volver a imaginar desde cero. Me pregunté: ¿qué puedo aportar yo a esta saga? La respuesta fue sencilla: ternura”.

En sus ilustraciones, Harry no es solo el héroe, también un niño herido, vulnerable, con una mirada que carga la pérdida de sus padres y la dureza de vivir con unos tíos que apenas lo toleran. “Quise enfatizar esa mirada. Harry es un personaje que se construye a sí mismo. Y ahí es donde conecté con él, desde la soledad y la luz interior que conserva”, explica.

El trabajo de Bonet no fue individual. Aunque su estilo y sensibilidad artística son inconfundibles, cada trazo pasó por un riguroso proceso editorial. Desde el primer boceto, su trabajo estuvo en diálogo constante con un equipo de editores y bajo la supervisión directa de la autora J. K. Rowling, lo que implicó un compromiso absoluto con el espíritu del texto original.

“Durante años, la saga pasó de la lectura al cine, y eso generó cruces de ideas. Muchas cosas en el cine se interpretaron diferente. La indicación fue clara: hay que ceñirse al texto”,

Esto significó, por ejemplo, evitar que los personajes o escenarios tomaran referencias visuales impuestas por el imaginario colectivo que dejó el cine. Bonet tuvo que despojarse de la herencia visual construida por años de films, mercancía y adaptaciones, para conectar nuevamente con la fuente: los libros. “Fue casi como leerlos por primera vez. Encontré matices, descripciones y pequeños detalles que habían pasado desapercibidos bajo la sombra del cine”, cuenta.

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También supuso revisar con lupa elementos clave del universo mágico: la arquitectura de Hogwarts, la disposición del Callejón Diagon o incluso los atuendos de los personajes. “En los libros hay pistas visuales muy claras, pero a veces sutiles. Había que respetar esa coherencia. No podía dejarme llevar por lo que ya se había visto en pantalla”.

Esto significó redibujar personajes y escenarios desde cero: “Hogwarts, por ejemplo, no es solo un castillo: es un personaje más. Consulté los mapas originales para dibujarlo tal como se describe. Fue como redescubrirlo”, recuerda. Para componer sus portadas, Bonet revisó referentes visuales de los años 80 y 90, y aplicó criterios cinematográficos de composición: “Me gusta colocar personajes como si formaran parte de un cartel de película, no de una escena puntual. Eso te permite reflejar el alma de la historia sin revelar demasiado”.

Cada obra pasó por varios filtros. Solo para la portada de La piedra filosofal, hizo al menos ocho versiones antes de elegir la definitiva. “No se trata de que sea bonita. Se trata de que transmita”, subraya.

Para Xavier, ilustrar no es solo adornar. Es narrar. Y en un universo como el de Harry Potter, la imagen tiene la capacidad de potenciar la imaginación lectora. “La ilustración es un lenguaje universal. Te permite conectar con quien no tiene las palabras o aún no las domina del todo. Por eso es tan potente en la literatura infantil y juvenil”, dice.

Esa convicción lo llevó a crear Lili Medialuna, una novela gráfica protagonizada por una joven bruja en proceso de autodescubrimiento. Aunque pensada para públicos jóvenes, la historia no subestima a sus lectores: “Los niños son un público exigente y muy inteligente. Detectan enseguida cuándo los estás engañando. Por eso creo que no hay que masticarles las emociones ni los argumentos”.

Lili, explica, tiene un gran talento que no sabe cómo usar, y necesita aprender con ayuda de otro a gestionar su poder: “Es un mensaje sobre la responsabilidad, la empatía, y sobre todo, la inteligencia emocional. Y eso es tan importante para las infancias como para los adultos”, señala.

La novela gráfica, la ilustración y el lenguaje visual, es una herramienta poderosa para hablar de temas difíciles: “Es un punto medio entre la literatura y el cine. Permite hablar de duelo, identidad, miedo, o injusticia desde un código visual más accesible. No es solo entretenimiento, es una forma de acompañar procesos”.

Las referencias visuales de Xavier van desde el cómic francés hasta el cine fantástico de los años 80. Nombres como Moebius, Miyazaki o Michael Ende habitan su “universo interior”, como él lo llama: “Ese universo está hecho de libros, viajes, personas, recuerdos. Es lo que da forma a mi estilo. Cuando dibujo, traigo conmigo todo eso. Siempre digo que mi misión como ilustrador es dejar una pizca de ternura, comprensión y humanidad. Si un niño guarda eso después de ver mi trabajo, ya estoy feliz”.

Con varios títulos de Harry Potter ya publicados, y otros por salir, Bonet sueña con reinterpretar La historia interminable y El Principito, dos libros que lo marcaron en su infancia. “Son obras que parecen infantiles, pero contienen una sabiduría que muchos adultos aún no alcanzan. Eso también pasa con Harry y con Lili: personajes pequeños que enfrentan grandes verdades”.

Para quienes apenas empiezan en el mundo de la ilustración, Xavier es claro: “Más vale ser perseverante que talentoso. El talento puede agotarse. La constancia abre puertas. Y lo más importante es disfrutar del camino, no correr hacia la meta”.

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