Cultura

Juan Carlos Higuita revela los secretos detrás de Ecos junto a Diego Claros

Publimetro Colombia conversó con Juan Carlos Higuita sobre este nuevo disco que invita al diálogo con las raíces.

Los Ecos de Juan Carlos Higuita y Diego claros y la necesidad de mantener sus raíces en la música
Los Ecos de Juan Carlos Higuita y Diego claros y la necesidad de mantener sus raíces en la música Foto: Cortesía

El violinista Juan Carlos Higuita y el pianista Diego Claros presentan Ecos, una producción discográfica que explora, desde una mirada íntima y profundamente emotiva, los paisajes sonoros, los ritmos tradicionales y la memoria colectiva de Colombia.

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El concepto general del álbum, eso es una exploración sonora y emocionalmente, pero también de memoria de lo que somos como colombianos a través del violín y el piano, ¿cómo fue esa traducción del lenguaje y convertir todo eso en música?

La verdad que ha sido como una exploración de compositores que me han acompañado durante un buen trecho de mi vida. He trabajado en varios proyectos junto con Zumaqué, también con el maestro Germán Darío. Entonces, también es algo cercano, o sea, tiene más allá de, digamos, de reflejar también la música de nuestro país. Es también, un álbum que es cercano a mí y a la música que me ha interesado también durante muchos años.

Quizá, una de las obras más fuertes de este álbum es La soledad de María. Quisiera que hablara un poco más en profundidad sobre esta pieza.

La soledad y Bojayá, e incluso Cantos, las tres piezas del maestro Zumaqué, están muy impregnadas de lo que somos como sociedad en Colombia. Es esa mezcla de todo, de lo que ha sido la historia del país en general y sus dolencias. La soledad de María es un poco también traducido a toda esa tragedia, pero esa esperanza que siempre está en todos los colombianos. Desafortunadamente, pues, es un reflejo de esa mezcla entre el espiral que hay de tragedias, de violencia, pero también esa esperanza, de esa melancolía, todo eso que se puede sentir y que nos toca a todos los colombianos.

Al escuchar el disco completo, es evidente el diálogo entre el violín y el piano, ambos como instrumentos melódicos, ¿cómo fue ese proceso para que se sintiera como una danza entre ambos instrumentos?

Sí, realmente eso es lo bonito de hacer lo que se llama la música de cámara, que es exactamente eso, un diálogo entre dos o más instrumentos, en este caso es un dúo, y se trata precisamente de eso que dices, un diálogo en el que en ciertos momentos el violín canta, o en otros el piano, los dos se acompañan, entonces eso hace parte del repertorio camerístico, dialogar, ponerse de acuerdo en ciertos aspectos que van más allá simplemente de que uno acompaña al otro, entonces yo creo que eso es lo bonito también de la música de cámara.

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Incluyeron dentro de este disco a un compositor como Les Grappelli, con un estilo diferente, ¿por qué decidieron incluirlo, incorporarlo en la identidad de este álbum y combinarlo con estos ritmos colombianos?

Realmente fue una decisión un poco más desde ese instinto. Es una pieza que yo he tocado varias veces y siempre me ha gustado mucho, pues más allá del lenguaje Grappellique es como un sinónimo del jazz, el violín jazz, Grapelli también tiene ese tipo de detalles que son una mezcla entre un lenguaje popular, pero que se adapta muy bien también al género de la música de cámara. Yo le hice a la pieza una pequeña cadencia al comienzo, entonces también le di como mi toque también por mi formación es desde lo clásico, por decirlo así, muchísimos años estudiando y viviendo en Europa, pero siempre con mucho interés también por otras músicas y por lo que pasa en nuestro país.

Tener a Zumaqué dentro de este álbum debió ser bastante importante para darle forma al disco, ya que su conocimiento en diferentes géneros es bastante diverso.

Sí, con Zumaqué ha sido una relación de muchos años, porque ya más de 15 años donde he trabajado con él en diferentes proyectos y en algún momento empezamos a hacer esto empezó hace muchos, digamos varios años, incluso un poco antes de pandemia, que nos encontrábamos revisando repertorio que él había hecho o que él quería adaptar para el lenguaje del violín, entonces yo iba a su casa, tocaba, revisábamos partituras y así fue que comenzó un poco esta historia.

Parte de este repertorio lo hemos revisado con Zumaqué, porque él conoce mucho de todo, o sea, no solo la música popular, también el lenguaje del jazz, el lenguaje de la música contemporánea, es un compositor muy completo. Incluso, considero que a veces ha sido un poco subvalorado en ciertos ámbitos, porque lastimosamente a los músicos se les tiende a encasillar. El maestro Zumaqué ha hecho música comercial y algunas producciones que han tenido mucha resonancia en ciertos géneros y por eso, a veces, personas desde otros ámbitos le restan mérito a la música que puede hacer, por ejemplo, en el ámbito más académico o más contemporáneo.

Una de las cosas que se pueden rescatar de este disco, es que hay muchos jóvenes que dicen que la música clásica y la música tradicional es aburrida, y el álbum completo es una manera de reinterpretar eso. ¿En qué lugar creen que este trabajo puede dar ese eco a esa conversación?

Claro. Tengo dos hijos que están un poco entrando en la adolescencia y en esa edad en la que precisamente es difícil cautivarlos con este tipo de repertorio, y en general con la música clásica. También una apuesta para mí era hacer un disco que pueda llegar a muchos públicos, que no sea simplemente al que siempre consume música clásica, y en general me doy cuenta de que esta música le puede llegar a muchas edades, a muchos públicos que pueden conectar sin tener que necesariamente ser los consumidores primarios del género, así que fue algo también que sí me interesó mucho para este concepto del disco.

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