Valledupar, cuna del vallenato, es un destino que cautiva a millones de visitantes cada año, debido a la amplia agenda cultural que ofrece. Resaltan los sonidos provenientes del folclore autóctono de la zona, el vallenato, que tomó su nombre cuando se les preguntaba a las personas que lo cantaban, de dónde venían, y ellos, al responder, decían, somos Natos del Valle, ‘Vallenatos’.
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Esta cultura nació solo con la caja, instrumento de percusión, y la guacharaca, elemento que se hacía con la corteza de un árbol, pero a principios del siglo 20, acogió al acordeón. Allí logró fortalecerse como un género conocido a nivel nacional, de la mano de los juglares, quienes creaban sus letras con mucha belleza, y que en un principio eran poesías dedicadas a la tierra y la naturaleza.
En esta tierra llena de historia, música y tradiciones, existe un tesoro natural que pocos conocen: La Reserva Natural Para Ver la Esperanza, donde hay un plan de senderismo imperdible. Gracias a su ubicación geográfica, la zona tiene fuentes hídricas que provienen de la Sierra Nevada de Santa Marta, su temperatura es superior a los 24 grados, además de contar con la presencia de más de 120 especies de aves, y 24 especies de mamíferos.
Esta reserva de 379 hectáreas es un refugio para el Bosque Seco Tropical, un ecosistema único y amenazado que representa el 25% de ecosistemas a nivel mundial y se ubica a tan solo 30 minutos del casco urbano. Por eso, si buscas escapar del bullicio y conectar con la naturaleza, este es el lugar ideal.
Un sendero para todos los sentidos
Uno de los mayores atractivos de la reserva es su sendero, Leandro Díaz, un recorrido diseñado en honor al intérprete invidente, quien pese a su condición, desarrolló un estilo de composición descriptiva hacia elementos como los ríos, los árboles o el canto de las aves. Leandro Díaz es reconocido por la composición de grandes éxitos como La Diosa Coronada, que en una de sus versiones fue grabada por Carlos Vives; Cardón Guajiro, interpretada por Diomedes Díaz, y asimismo Bajo el Palo e’ mango, con la misma voz.
En la reserva se creó un sendero en honor a este gran compositor y fue bautizado con el mismo nombre. Lo más llamativo es que está diseñado especialmente para personas invidentes, con una extensión de más de 4 kilómetros y te invita a explorar la naturaleza a través de tus sentidos.
Publimetro Colombia estuvo en la reserva Natural y vivió esta mágica experiencia.
Antes de iniciar el sendero tendrás que ponerte una venda en los ojos, desde ahí podrás empezar a agudizar tus sentidos. Lo ideal es que durante todo el recorrido tengas los ojos vendados. La calma del lugar calmará tus ansias por no poder ver. El canto de las aves y el correr del viento hará que puedas avanzar y descubrir a este mágico lugar.
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Toca: Una cuerda guía te acompañará a lo largo del camino, permitiéndote saber los cambios en el camino y hacia dónde seguir andando.
Escucha: El canto de las aves, como el majestuoso paujil de pico azul, te sumergirá en una sinfonía natural. El sonido del viento entre las hojas y el murmullo del agua te transportarán a un estado de profunda relajación.
Huele: Los aromas de la selva te sorprenderán en cada paso. Desde las flores hasta la tierra húmeda, cada rincón de la reserva tiene un olor característico.
Una experiencia única
Esta reserva busca proteger el medio ambiente y específicamente el Bosque Seco Natural. Esta idea nació en 1971, bajo la batuta de Cesar Mendoza Hinojosa, cuando se unieron las fincas Para Ver y La Esperanza, y posteriormente, fue ofrecida al ministerio de ambiente para crear la primera reserva natural del país.
La Reserva Para Ver la Esperanza ofrece una experiencia única para todos los amantes de la naturaleza. Además del sendero Leandro Díaz, cuenta con otras rutas que te permitirán descubrir la diversidad de flora y fauna de este ecosistema, pero también entender su importancia y valor en el mundo, y en la tierra del vallenato.